Traducción del nombre de los productos

En ocasiones los nombres de los productos deben traducirse y en ocasiones no. Podemos clasificar la casuística en en dos grandes categorías. La primera, y más frecuente, es en la que el cliente ya ha tomado la decisión por ti (por ejemplo, si Volkswagen te encarga una traducción sobre el modelo New Beetle, el cliente ya ha estudiado a fondo la cuestión y ha decidido no traducir el nombre para los mercados hispanohablantes). La segunda, típica de pequeñas empresas, es que el cliente no tiene una idea formada al respecto. En ese caso deberías guiarle tú.

En algunos casos, los nombres son marcas registradas, y por tanto no se deberían traducir, excepto en el caso infrecuente de nombres malsonantes, que analizamos más abajo.

En general, podemos afirmar que lo más corriente es que los nombres no se traduzcan, ya que sirven para identificar el producto concreto y el hecho de cambiar el nombre se presta a confusión y a problemas de falta de consistencia. Ahora bien, hay casos en los que las ventajas de conversar el nombre no compensan los inconvenientes que pueden surgir.

Así, ocurre a veces que los nombres proporcionan información que resulta muy útil para el lector. En ese caso, hay que traducir el nombre o compensar el déficit de información de otra manera. Por ejemplo, supongamos una empresa neerlandesa (holandésa) que fabrica dos modelos de persianas motorizadas: una versión rápida llamada Jachtluipaard y una versión lenta llamada Schildpadden. Los nombres de los modelos significan respectivamente guepardo y tortuga, y se han elegido expresamente para transmitir la idea de la velocidad asociada a esos animales. Si la traducción española conserva los nombres originales, el lector perderá esa información. Puede resultar conveniente que el traductor supla esa carencia añadiendo adjetivos. En lugar de escribir por ejemplo «el modelo Schildpadden es conveniente para…», podría traducir «el modelo lento Schildpadden es conveniente para…».

Este último ejemplo resulta útil para destacar otra posible desventaja de guardar el nombre original. Con frecuencia el nombre original será difícil de pronunciar en otros idiomas. ¿Por qué complicar la vida al vendedor (y al cliente) que trata de exponer las ventajas del modelo Jachtluippard? ¿Puede alguien sin saber holandés pronunciar esa palabra? Esos nombres, Jachtluippard y Schildpadden serían desaconsejables para el mercado español, aunque quizás podrían estar bien en otros mercados, como el alemán o el danés.

Atención: Si detectas nombres de modelos o marcas que puedan resultar malsonantes, no dejes de advertírselo al cliente. Es parte de tu obligación como traductor. No debes traducir únicamente el sentido de los documentos que traduces, sino también el tono y el estilo.

Recuerda el caso por ejemplo del Mitsubishi Pajero que cambia de nombre en el mercado hispanohablante y se denomina Mitsubishi Montero. Debe prestarse especial atención a los posibles dobles significados y equívocos de carácter sexual, ya que atraen una atención desproporcionada de artículos de prensa y del público en general.

Consejo: en caso de dudas respecto a la traducción del nombre de los productos, pregunta cuanto antes al cliente, no lo dejes para el último momento.

© 2014 Alejandro Moreno Ramos, www.ingenierotraductor.com